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Ben V. Espada
En la primera parte de la serie »Un Nuevo Orden Mental», Ben habla acerca de las reglas mentales que todos seguimos impulsados por nuestro egocentrismo y nuestro afán desesperado de control. Estas reglas nos hacen esclavos y el libro hace una aproximación a cómo librarnos de sus cadenas, tomando primero distancia con respecto a nuestra propia mente, a través de ejercicios prácticos de toma de perspectiva e insight. Veremos cómo nos hacemos esclavos de una historia que nos contamos cada día a cada hora acerca de quién somos, lo que podemos y no podemos hacer y nuestras posibilidades de auto superación. Con cada nueva toma de conciencia vendrá una nueva oportunidad de elegir; de modo que seamos verdaderamente libres.
Ben V. Espada
En la actualidad necesitamos más que nunca aprender a amar en nuestras relaciones sexo afectivas. Es la única manera de que se puedan construir relaciones maduras donde cada uno se responsabilice de sus propios sentimientos, al tiempo que ayude a su pareja a exprimir todo el potencial que tiene. Para ello el autor mostrará la necesidad de desarrollar la faceta espiritual. Lo mismo en la faceta sexual, la cual no es menos importante, sino que hace que se complete la unidad de dos que es la pareja. También se verá cómo ciertas maneras de abordar la faceta sexual hoy en día, puede llevar a las personas a chocar con ciertas barreras, ya que en el fondo muchas veces lo que se está buscando es evitar o directamente romper los límites del compromiso.
Ben V. Espada
En esta segunda seria Ben V. Espada se centra en desentrañar los misterios de nuestro mundo emocional. Desmontando mitos y deconstruyendo lo que pensábamos y muchos siguen pensando que son certezas acerca de cómo funciona nuestra mente e identidad. En esta primera parte el protagonista indiscutible es la autoestima. ¿La necesitamos para ser felices? ¿Es lo más importante o existe algo más importante aún que la autoestima? ¿Qué podría ser? En este libro el lector descubrirá que es mucho más que su autoestima y que puede vivir una vida plena y con sentido sin trabajar en su autoestima. La relación con uno mismo se erige como el factor decisivo para crecer como individuo y Ser plenamente. Trabajar en la relación con uno mismo será el punto de partida para la expansión de la conciencia, así como lo que permite transitar el Viaje del Héroe.
Ben V. Espada
En un estilo de conversación basado en preguntas asertivas e incisivas, el psicólogo irá al meollo de la cuestión, sin anestesia. Con un estilo ameno y ciertas dosis de ironía, se irá desenmascarando la verdadera naturaleza del problema que trae la persona a consulta, ¿el método?, ponerla frente a un espejo y dejarla sin más opciones que mirarse. Un psicólogo que, de existir, sin duda perdería a muchos clientes tras la primera sesión, y, que por eso mismo, es tan necesario en la sociedad de ofendidos con piel más fina que la placenta de un hámster. Si te has revuelto en la silla al leer lo último, iba a decir que este no es tu libro, pero, ¡sí, sí que lo es! Si no te has revuelto, entonces también debes leerlo, pero por diversión.
Lidera tu mente; encauza tu corazón.
Di gracias. Pide perdón. No te subas ahí. Ten cuidado. Átate los cordones. No comas eso. No te metas tan hondo. No cojas eso. No hagas eso. Calla. No saltes desde ahí. Acábate eso. Haz los deberes. Báñate. Vete a dormir. Despierta. Tienes que compartir. Obedece a la primera. Tú eres capaz de más. No estás preparado. Haz que me sienta orgulloso/a. Confía en ti. Aprueba todo. Piensa en tu futuro. No salgas. No tomes drogas. Sé centrado y responsable. Busca un trabajo. Gana dinero. No plantes cara a tu jefe. No desperdicies tus mejores años. Sal más. Mejora tu vestimenta. Háblale. Pídele salir. Llévala a un sitio caro. Compra una buena casa. Compra un buen coche. Pídele la mano. No cometas los mismos errores que yo.
Todos nacemos y somos programados por muchas voces. Pero no es una programación perfecta. Contiene contradicciones, es anticuada, y poco personalizada. Llegamos a adultos y empezamos a odiar algunas partes de nosotros. Pensamos que no deberían estar ahí y culpamos a todas esas voces. Querríamos un interruptor para resetearnos, pero descubrimos que no existe. Descubrimos que tenemos que trabajarnos. Y hacer que cada día cuente.
Ya has obedecido suficientes órdenes. Coge las riendas. Escribe tu propio guion.
Cómo recuperar las riendas
Pasa de casi todo
¿Cuántas cosas te importan de verdad? Y no me digas que muchas, porque no es cierto. Disculpa que sea tan directo, pero me he dado cuenta de que es mejor arrancar la tirita rápido. Viktor Frankl es probablemente una de las personas a las que le quitaron la tirita más rápido, en su caso, de la manera más cruel imaginable: vivió en los campos de concentración nazis durante más de tres años. Su gran descubrimiento fue que muy pocas cosas importan y que de esas pocas cosas la que más importa es la libertad interior.
La libertad interior no es hacer lo que te dé la gana, sino vivir en contacto con la sensación de que nadie te puede arrebatar qué actitud tener frente a lo que sea que estés viviendo. Las circunstancias la mayor parte del tiempo están fuera de nuestro control, pero cómo las afrontamos siempre está en nuestra mano.
No es necesario pasar por lo que pasó Viktor para despertar a esta realidad. De hecho, tenemos el privilegio de vivir en esta época, lo cual a priori hace que sea más fácil elegir una actitud constructiva frente al destino. No obstante, parece que hemos sido víctimas de nuestro propio éxito como civilización. No estamos sabiendo manejar todo el tiempo libre que tenemos gracias a los avances tecnológicos, ni estamos sabiendo utilizar los avances para mejorar la calidad de nuestras relaciones con los demás. Por el contrario, nos estamos distanciando y la gran culpa de ello la tienen nuestras actitudes, a menudo tóxicas y divisivas.
Quizá la actitud más importante para lograr dar importancia a aquello que de verdad la tiene, sea la actitud de desapego hacia las circunstancias siempre cambiantes, y hacia los pensamientos automáticos de nuestra inagotable mente enjuiciadora. ¿Cómo se logra esto? Pues acostumbrándose a pararse, observar y aceptar lo que nuestra mente hace por su cuenta, así como las emociones que va provocando.
Esto te permitirá vivir centrado y sin dispersión por imprevistos urgentes con apariencia de importancia. Te permitirá perseverar en tu misión, lo cual implica tu autorrealización al tiempo que sacas lo mejor de los demás y aportas algo de luz al mundo.
Y hablando de pasar de casi todo en las relaciones con los demás, hablo principalmente de pasar de tres cosas:
Pasar de compararte con los demás.
Pasar de enzarzarte en diálogos mentales inútiles para enjuiciar a los demás, verlos como injustos o como malos.
Pasar de los resultados de tus acciones o las acciones de los demás, centrándote así en lo que es más correcto en cada momento.
Si cultivas la actitud de pasar de los automatismos de tu mente, estarás facultado para pasar de estas tres cosas que tanto deterioran las relaciones que más te importan.
Sufre con sentido
Sufrir con sentido no significa sufrir lo mínimo posible, significa que sea cual sea la cantidad de sufrimiento que experimentes, lo valores como necesario para ser quien quieres ser y vivir como quieres vivir.
Esto implica principalmente dos cosas. Una de ellas es que una gran parte de tu felicidad sientas que depende de ti. Para ello tendrás que definir por ti mismo lo que es para ti la felicidad, en primer lugar. Una vez la hayas definido con tu propio criterio personal, estarás en posición de trabajar para construir una vida lo más de acuerdo posible a esa definición. En el proceso de construir la vida que quieres te vas a enfrentar con toda clase de obstáculos. Pero si sabes perfectamente a donde vas y eres consciente de que llegar allí tiene un precio, ello no debería cogerte por sorpresa. Por el contrario, la aparición de obstáculos y duras pruebas serán una prueba (valga la redundancia… ¿se llamarán »prueba» por eso?) de que estás haciendo las cosas bien.
La segunda implicación es que el sufrimiento que nace de ser coherente con la persona que eres y la vida que quieres, se lleva de manera muy diferente al que nace del sinsentido y la desorientación vital. Por tanto, es EL SENTIDO y no LA FELICIDAD, lo que hace que nos levantemos una vez más de las que nos caemos.
Esta distinción la iremos viviendo de forma clara conforme se nos presenten pruebas y nos demos cuenta de que tenemos la vía fácil para abordarlos, que es la rápida y normalmente es tentadora porque nos promete felicidad inmediata, y la vía difícil y lenta, pero que nos ofrece una sensación de coherencia y propósito, lo cual a largo plazo constituye la verdadera plenitud.
No te tomes en serio
No tomarse en serio a uno mismo, pasa necesariamente porque no te importe más el estatus social que la coherencia contigo mismo. Es curioso, hasta qué punto si te obsesionas con el estatus, acabarás imitando a los demás para no arriesgarte a destacar negativamente, y como hacer eso te lleva a traicionarte a ti mismo.
Es un hecho que en nuestra sociedad existe un miedo irracional al ridículo y a pasar vergüenza. A veces para evitar la vergüenza estamos dispuestos incluso a hipotecar nuestro futuro. De hecho se hizo una encuesta y se descubrió que mucha gente tenía más miedo a hablar en público que a morir. Esto nos da una pista de hasta qué punto tememos quedar mal delante de los demás.
Superar este terror, pasa necesariamente por pasar tiempo con uno mismo. También pasa por tomar conciencia de algunos sencillos hechos. En primer lugar, es importante que apartemos un tiempo en nuestra apretada agenda para sencillamente ser. Estar con nosotros mismos significa dedicar tiempo a prestar atención a nuestro cuerpo, nuestro corazón y nuestra mente. En esos momentos es en los que afloran intuiciones muy profundas, sobre qué queremos, cuáles son nuestras motivaciones e intenciones, así como nuestros límites. Este conocimiento es fundamental porque nos permite conocer quienes somos y qué influencias nos están desviando de la coherencia con nosotros mismos. La sociedad es un hecho que se empeña en decirnos qué tiene que importarnos, qué nos debe motivar y por qué. Y si no conectamos con lo más profundo de nosotros para acceder a ese conocimiento que en el fondo todos tenemos, seremos arrastrados por esas presiones de la sociedad.
Cuando hablo de tomar conciencia de algunos sencillos hechos, me estoy refiriendo con exactitud a los siguientes hechos:
Das bastante igual a todo el mundo menos a unas pocas personas que se cuentan con los dedos de una mano, como mucho de las dos.
Si buscas el estatus social por encima de lo demás, entonces vivirás estando vendido a los demás, ya que los criterios de los que depende el estatus social, van cambiando. Y si no cambian, la gente hará lo posible por hacerte caer de donde estás y no podrás evitarlo.
Cuando mueras ¿qué querrías que dijeran las personas que más te importan en tu funeral?
Tal y como demostraron Amos Tversky y Daniel Kahneman, a las personas nos importa más no perder que ganar, lo cual a menudo se traduce en tomar decisiones irracionales. Cuando vivimos para evitar hacer el ridículo, estamos viviendo para no perder. Y vivir para no perder implica dejar pasar muchas oportunidades de expandirnos como individuos y de vivir las relaciones de una forma plena. ¿Estás dispuesto a pagar ese precio?
Reconcíliate con el presente
Toda la humanidad adolece de locura, debido a que la mente no para de meter ruido. Todos lo hemos normalizado hasta el punto de llamarlo <<funcionamiento psicológico normal>>. Pero a mí me parece mejor nombre <<locura ordinaria>>. Ya que, si estar siempre centrado en lo que va mal e imaginar problemas que no existen y empezar a sentirse mal como si ya existieran; si ver enemigos por todas partes y hacer de un problema de nada un mundo; si odiar a todos por no pensar lo mismo que tú y vivir convencido de que llevas razón y de que tienes que convencer al otro de que la tienes para ser feliz… si todo eso no es locura, no sé qué será.
Entonces, ¿en qué consiste exactamente la <<locura ordinaria>>?
La locura ordinaria adopta muchas formas y se manifiesta a través de lo que consideramos pensamiento normal. Aparece a todas horas en todos los seres humanos y es el resultado de dejar a la mente en su estado natural, esto es, a la deriva. Rara vez quiere llegar a algún sitio en concreto, y cuando quiere y llega al sitio, al instante quiere llegar a otra parte. Nunca conforme, nunca agradecida, nunca en paz. Siempre juzgando, siempre etiquetando, nunca en silencio.
El remedio contra la mente egocéntrica y controladora que juzga, etiqueta y clasifica de acuerdo al binomio bien-mal/gusto-disgusto, es residir en el presente. ¿Por qué?
Date cuenta de que la mente egocéntrica y controladora se nutre constantemente del pasado (para buscar en él información que respalde el hecho de que es bueno vivir asustado) y del futuro (buscando controlar al máximo las consecuencias de todos tus posibles actos, para sopesar que acto es mejor y para tener un plan de afrontamiento preciso cuando lleguen las consecuencias desagradables). Además siempre proyecta en el futuro un momento en que por fin todos los problemas se habrán solucionado y serás feliz para siempre ¿A qué queda reducido el presente? A un trámite; un estorbo. Incluso a algo de lo que huir lo más rápido posible, para llegar cuanto antes a ese futuro prometedor.
Pero como dijo John Lennon: <<la vida es eso que pasa mientras haces planes>>. El presente es la llave hacia la paz interior.
Residir en el presente requiere de un cambio de actitud hacia la mente egocéntrica y controladora, concretamente de una actitud de desapego. Y esta emerge en el preciso momento en que tomas conciencia de que tú no eres la mente egocéntrica y controladora, tú eres aquello que la observa. Empieza a preguntarte tan a menudo como puedas <<¿qué he estado pensando en el último minuto?>>. Más pronto que tarde te darás cuenta de que tu mente va loca, asociando de manera arbitraria un montón de recuerdos, pensamientos, opiniones y anticipaciones y casi nunca tiene verdadera utilidad para lo que tienes entre manos en el presente. Además suele ser repetitivo y llevar a callejones sin salida, o lo que es peor, a re alimentar estados emocionales-corporales desagradables.
Acuérdate: <<¿qué he estado pensando en el último minuto?>>. Sea lo que sea lo que descubras después de hacerte esa pregunta no juzgues, ni te reproches nada, ya que si lo haces habrás dejado de ser el observador. Si te sorprendes juzgándote y auto reprochándote cosas, tan solo vuelve al rol de observador tan pronto como sea posible.
Llegará el momento en que descubrirás que has estado atrapado en una ilusión, que te hacía creer que el futuro vale más la pena que el presente, y que sin recordar continuamente tu pasado lo olvidarías y por tanto olvidarías quien eres. Entonces dejarás de vivir enemistado con el presente y te reconciliarás con él.